¡Qué dulce
es el silencio cuando amamos!
¡Qué bello
el pensamiento en soledad!
El tiempo
nos indulta con la edad,
de placeres
que otro día disfrutamos.
A veces a
hurtadillas nos miramos,
y bienvenida
es, la complicidad.
El deseo se
convierte intimidad…
y en
lágrima, cuando nos extraviamos.
No es lo
mismo el amor apasionado,
que un juego
procedente del saber,
del saber que
se augura terminado.
Percibiremos
como un atardecer,
la fuerza
que gastamos desolados,
en favor del
cariño a una mujer.
Juan carlos
3 comentarios:
Un soneto precioso. Felicidades.
Saludos
Muchas gracias Kety, yo también soy un abuelo, aunque mucho más mayor que tú.
Es una delicia pasearse por tu blog y a la vista está, que eres muy trabajadora y amante de tu familia.
Esta décima es para ti.
Para una abuelita que se quería un monton.
Veo en tus ojos bailar
las niñas enamoradas
los sentimientos y aladas
de tanto quererte amar.
Haces muy bien en pensar
que el tiempo no es terminado
y aunque mucho ya es pasado el que queda es más querido,
llega si quieres herido
pero el amor no ha acabado.
juan carlos
Juan Carlos. Qué sorpresa más hermosa.
Gracias por la dedicatoria.
Un saludo
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