Deseaba escribir pero
no encontré el momento, y tampoco acerté con la llave de la cárcel, que preso
me tenía.
La muerte de mi madre me dejó el ánimo como un jardín descuidado, sin tonalidades, sin vida.
Echaba en falta la ternura con la que me hizo feliz, el tiempo que tuvimos la suerte de participar y compartir, toda la belleza de nuestros sentimientos.
No puedo dejar de pensar, en esa tierra que envuelve su cuerpo, que lo abriga y lo protege, como si fuera la ropa de la cama que de pequeño me doblaba, a la vez que me ofrecía los últimos mimos antes de dormir.
Lástima que fuera tan corto el periodo que pasé, en la “clausura” que ella me proporcionó, pues allí fue donde descubrí mi primer amor.
Ahora que no vive, mayor es mi deseo y me apresuro a beber de su recuerdo.
La muerte de mi madre me dejó el ánimo como un jardín descuidado, sin tonalidades, sin vida.
Echaba en falta la ternura con la que me hizo feliz, el tiempo que tuvimos la suerte de participar y compartir, toda la belleza de nuestros sentimientos.
No puedo dejar de pensar, en esa tierra que envuelve su cuerpo, que lo abriga y lo protege, como si fuera la ropa de la cama que de pequeño me doblaba, a la vez que me ofrecía los últimos mimos antes de dormir.
Lástima que fuera tan corto el periodo que pasé, en la “clausura” que ella me proporcionó, pues allí fue donde descubrí mi primer amor.
Ahora que no vive, mayor es mi deseo y me apresuro a beber de su recuerdo.
Juan carlos
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