SONETO
No supo por qué fue pero allí estaba,
furtiva la intención y la figura,
aquello que nació como aventura
no pudo terminar como empezaba.
El óxido en las ruedas ya chirriaba,
los ejes se atascaban, la espesura,
tal fue la zalagarda y la locura,
que caballos y carro se frenaban.
El duende se marchó pues suponía
no gustaba de ambiente luctuoso;
escapar de las cuitas prefería.
Nunca pudo olvidar que él era esposo
y al arrancar la flor ya apetecía
el perfume con que un día fue dichoso.
juan carlos
No supo por qué fue pero allí estaba,
furtiva la intención y la figura,
aquello que nació como aventura
no pudo terminar como empezaba.
El óxido en las ruedas ya chirriaba,
los ejes se atascaban, la espesura,
tal fue la zalagarda y la locura,
que caballos y carro se frenaban.
El duende se marchó pues suponía
no gustaba de ambiente luctuoso;
escapar de las cuitas prefería.
Nunca pudo olvidar que él era esposo
y al arrancar la flor ya apetecía
el perfume con que un día fue dichoso.
juan carlos